¿Qué es lo más loco que hicieron para ver a la Selección en el Mundial? Se puede escoger al azar entre los miles de hinchas argentinos y todos tendrán algo para contar. El solo hecho de cruzar la frontera para adentrarse en la tierra del carnaval es motivo de aventura, y se sabe que en el transcurso de un viaje hay infinidad de contingencias esperando agazapadas. Mejor es que lo cuenten ellos.
“Él es mi novio. Se llama Bruno y está vestido de papa Francisco”, apunta Mariana. “¿Y vos qué vendrías a ser?” “Y… digamos que una monja. Pero con los trajes puestos no somos pareja, ¿eh?”, se ataja ella. Son brasileños, de Campinas, e hinchas de Argentina. “No sé si es más loco eso que los disfraces”, agrega, pura sonrisa. Cerca pasan otros enamorados, para quienes el hecho de viajar a ver a la Selección implica romper con su ritmo de vida. “Es que solamente seguimos a Newell’s -enfatizan los rosarinos Franco Besso y Gisela Cicalese-. Quebrar esa tradición se debe exclusivamente a la presencia del mejor jugador del mundo”. ¿Se imaginan a Messi con la camiseta de Central? “Noooooo…”
El santiagueño Mauricio Corbalán confiesa que se separó -momentáneamente- de su bebé de cuatro meses para seguir a la Argentina por Brasil. “Se llama Tomás y por supuesto que lo extraño -señala-. Mi mujer me llama cada vez que el bebé llora y lo pone al teléfono para conmoverme. Desde acá le digo que también estoy llorando”. Mauricio viaja con un tucumano, Alfredo Ducca, y con Henry Ducca, que son primos.
La locura de los formoseños fue no haber estacionado la camioneta ni siquiera cuando los agarró el granizo, a la altura de Cascavel. “No sabés lo que eran las piedras que caían”, relatan José Manuel Milanese, Juan Carlos González y Diego Villagra. “Piedras y agua, pero no íbamos a parar”, añaden. Fueron 1.500 kilómetros de recorrido a fondo, con San Pablo como objetivo.
“Nosotros dormimos en un telo”, confiesan Mateo Paredi, Leandro Troiano, Matías Ricchio y Gastón Picone. Llegaron desde Mar Chiquita (localidad pegada a Mar del Plata) a Porto Alegre y no había alojamiento por ninguna parte. “Era un telo de medio pelo, pero estaba a cinco cuadras del estadio. Así que nos metimos con el auto y nos repartimos en dos habitaciones”, cuentan. “¿Y cómo pasaron la noche?” “Mejor no demos detalles…”
Y si de locuras se trata, ¿hay algo comparable a convertir a Justin Bieber en hincha de la Selección? Son cuatro porteños que se identifican como Francisco, Seba, Fer y Tavo, y posan para las fotos con una gigantografía del cantante. “La encontramos tirada en una esquina de San Pablo. ‘Che, pero Justin no tiene equipo’, dijo uno. Entonces lo hicimos de Argentina. Le pusimos una camiseta y todo”, sostienen. Y ahí fue el Justin de cartón, con la albiceleste de Messi y rumbo a las tribunas del Arena Corinthians.
Mariano Levy enumera qué hizo para llegar a Itaquera: dejar el trabajo por una semana (lo suyo es el comercio exterior), usar ahorros para viajar y hacer faltar a los chicos al colegio. Su mujer, María Eugenia, sonríe a su lado; y los chicos, Mateo y Martina, felices de la vida. Son de San Telmo.
“Nuestra historia no se puede creer”, apunta la banda encabezada por Juan Manuel Bessone. “Nos instalamos durante una semana en una casilla en la playa de Copacabana. Pagábamos dos reales de alquiler por día -relata-. Usábamos las duchas del balneario y los bares de la zona nos prestaban el baño”. “Bueno, dejaron la playa para venir a alentar a la Selección en San Pablo…” “Sí -dice Juan Manuel-, pero mi papá prefirió quedarse en la casilla, disfrutando la arena y el mar”.
La de Sergio Ledesma es una locura sentimental. Su nieto, Cristian, es un apasionado del fútbol. En su corazón anida el amor por River, pero primero está la Selección. Cristian cursa el cuarto año del secundario y tenía un anhelo: ver a la Argentina en el Mundial. El abuelo lo cumplió y por eso Cristian se lo agradece con un mensaje en forma de bandera. “Por mi nieto dejé el trabajo en Mar del Plata, pero vale la pena”, resalta Sergio. La abuela Cristina también viajó.
De la locura de la familia Wei es difícil conocer detalles; apenas que son chinos y tan fanáticos de Messi que se uniformaron de celeste y blanco para apoyar al equipo. Simpáticos, se sacan miles de fotos. En tanto, Enzo Stagnitta afirma que sacrificó sus próximas vacaciones con tal de estar en Itaquera. Viajó desde Rawson (Chubut) y aprovecha para mandarles saludos a los familiares que tiene en Tucumán.
Del último de la lista no hay fotos. No puede haberlas. Tampoco nombres publicables. “Identificame como ‘Pelado’”, pide el protagonista, de quien sólo se puede decir que es hincha de Instituto de Córdoba. “Mi novia cree que estoy con un amigo, pero vine con ella”, dice el “Pelado”, e ingresa en escena una morocha que plancha a cualquier garota cuando viene y cuando se va. El “Pelado” juega con fuego pero resalta que vale la pena quemarse.